sábado, 10 de enero de 2009

La edad duele

Nunca pensé que la edad dolía, pues pase toda mi vida construyendo, sin mirar mis desánimos, pero ahora después de tanto vagar y volar por espacios inesperados, me doy cuenta que la edad duele.

Duele al escudriñar la habitación y ver la divertida comedia de la soledad, solo mi perro y yo, nos miramos para saludarnos, los hijos se van, la casa en silencio, el olor a café, es para mi, tomándolo en la taza de peltre que me gusta, a pesar de la astilla, porque me recuerda a mi madre.

En el jardín se mueven las ramas de los rosales, me encantan las rosas a pesar de las espinas, las veo tan bellas, dibujadas con elegancia y delicadeza, OH mi Padre amado, cuanta perfección en la naturaleza creada.

Las rosas me miran, me envuelven y me hechizan, en cualquier día por la mañana, cuando camino hasta ellas, se inicia la polinización, somos una, unicidad en el amor.

Es cierto que la edad duele, a pesar de la inopia demostrada para no voltear a encontrarla, ella se trepa y avanza…

Se trepa y avanza sigilosamente.

Lis

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